lunes, 13 de enero de 2014

La peste de 1649: Un punto de no retorno

La peste de 1649: Un punto de no retorno



La cruz colocada en el Arenal recuerda la epidemia del XVII que redujo a la mitad la población de Sevilla. La ciudad entró con ella en una larga fase de declive.
DIEGO J. GENIZ, 12.01.2014 - 


Un hito dramático. Un punto de no retorno. Así podría definirse lo que supuso la peste de 1649 para la historia de Sevilla, una dramática fecha que ha vuelto a ponerse de relieve con la inauguración esta semana del pedestal con la cruz del Baratillo -financiada por la Junta, el Ayuntamiento y la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA)- que, al margen de la polémica sobre su conveniencia y estética, sirve de recuerdo a todos los sevillanos que fallecieron en dicha epidemia, que asoló la ciudad en apenas cuatro meses. 

Uno de los problemas a los que se enfrentan los historiadores a la hora de abordar la peste de 1649 son los pocos datos concretos que existen sobre la época y los efectos que provocó la enfermedad contagiosa. El catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Sevilla, Juan Ignacio Carmona (autor del libro La Peste en Sevilla, publicado por el Ayuntamiento de Sevilla en 2004), incide en que uno de los aspectos que más dificulta la investigación es el hecho de que no se cuente con un registro sobre los fallecidos en dicho periodo, entre otros motivos, porque la epidemia provocó tal cantidad de muertos que los cadáveres fueron arrojados a fosas comunes sin previo reconocimiento. 




Cuadro de autoría anónima del Pozo Santo que reproduce 

los efectos de la peste junto al Hospital de la Sangre.


Tampoco se sabe con certeza las vías de entrada de la peste de 1649. Carmona, en este sentido, rompe con muchos tópicos que se han mantenido hasta ahora. Uno de ellos, al que se recurre con más frecuencia, es que la infección llegó a Sevilla a través de dos gitanos que vinieron en barco y se quedaron en Triana, primer foco de la infección. A este respecto, el catedrático de Historia Moderna de la Hispalense especifica que el arrabal tenía muchas posibilidades de ser la primera zona afectada por la peste al quedar fuera de las murallas, pero que es "imposible" a día de hoy conocer la vía exacta por la que penetró. 

Lo cierto es que la primavera de aquel año allanó bastante el camino para la catástrofe. Según el historiador José Luis Hernández, dicha estación fue bastante lluviosa y causó graves inundaciones en Sevilla, hasta tal punto que las crónicas de la época narran que podía llegarse en barco a la Alameda. Estas lluvias provocaron la pérdida de las cosechas, el desabastecimiento de la ciudad y una elevada desnutrición ante la dificultad de comprar alimentos por su encarecimiento. El caldo de cultivo estaba, por tanto, preparado para que la peste campara a sus anchas en una urbe que contaba por aquel entonces con una población aproximada de 120.000 personas y que se colocaba entre las primeras del mundo (aunque los altos tributos que la Corona exigía a los mercaderes para sufragar las constantes guerras había mermado ya bastante las riquezas generadas a través del comercio con el Nuevo Mundo). 

Contraluz de la cruz del Baratillo inaugurada esta semana.



La peste bubónica asoló a Europa durante cuatro siglos (desde el XIV hasta bien entrado el XVIII). Desde un punto de vista médico se trata de una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Yersinia pesti, nombre que le dio en 1967 su descubridor Alexander Yersin, un bacteriólogo franco-suizo del Instituto Pasteur de París. Sus transmisoras son las pulgas de las ratas infectadas (que abundaban en una Sevilla con escasa salubridad y en los barcos que fondeaban en el Puerto), que afectan con su picadura a otros animales y al hombre. Precisamente, el principal temor que existió con la reciente gripe aviar fue que la bacteria mutara en otra que afectara al ser humano y provocara una pandemia como la de la peste, que originaba un cruel y lento deterioro hasta llegar, en el peor de los casos, a la muerte. 

Aún más dantescos resultan los relatos que se hicieron de aquellos cuatro meses. El historiador Carmona hace hincapié en que tal era la pila de fallecidos que se amontonaban en las calles que pagaban a los más pobres para que los recogieran en carretillas y los llevaran a las fosas que se abrieron fuera de las murallas y en las que se arrojaban con cal viva para que los cuerpos se destruyeran cuanto antes y no provocasen más infección. Estos enterramientos también se habilitaron junto a hospitales como el de las Cinco Llagas (actual Parlamento andaluz), donde se instalaron enfermerías provisionales para atender a los apestados. 

La incesante tragedia llevó a las autoridades religiosas y civiles a implorar la intercesión divina, de ahí que el 2 de julio de ese año se sacara en procesión de rogativa al Cristo de San Agustín desde su convento a la Catedral, de la que volvió al día siguiente, jornada en la que se produjo un fenómeno extraño al permanecer cubierto el sol durante varias horas con un color carmesí, parecido al de la sangre. Así lo recoge Pedro López de San Román en un libro publicado aquel año y del que se hace eco Julio Domínguez Arjona en su web La Sevilla que no vemos. 

A los pocos días de esta procesión en el citado hospital (conocido entonces como de la Sangre) ondeaba una bandera blanca como señal de que la epidemia había remitido, por tal motivo se mantiene hoy día la acción de gracias a este Crucificado en esa fecha. La peste dejaba una ciudad con la mitad de su población (60.000 muertos aproximadamente) y en un claro declive (no llegó a recuperar los 120.000 habitantes hasta finales del XIX). Lo que un día fue puerto y puerta de Indias se convirtió en cuatro meses en la puerta del infierno.

domingo, 12 de enero de 2014

Las torres de molino de Utrera, testigos de un pasado aceitero

UTRERA / PATRIMONIO

Las torres de molino de Utrera, testigos de un pasado aceitero

Día 30/12/2013 - 21.56h


Las torres de molino de Utrera, testigos de un pasado aceitero



El urbanismo y el carácter del casco urbano de una localidad está inevitablemente ligado a su pasado, a sus tradiciones y también a sus industrias. Oteando el horizonte de Utrera, además de los monumentos más famosos, nos encontramos una serie de elementos que en muchos casos pasan más desapercibidos, pero que si nos fijamos bien, nos pueden enseñar mucho acerca de la historia de Utrera. En muchas de las calles de la localidad podemos encontrar numerosas torres de molino, que aparecen hoy como muestra de la importancia que a lo largo de la historia ha tenido la agricultura y en concreto el olivo en el municipio.

El municipio desde hace muchos siglos ha estado ligado al cultivo de la aceituna hasta cotas que a lo mejor los ciudadanos más jóvenes no pueden llegar a entender de forma profunda. Esta vinculación al precioso fruto del olivo, también es palpable en la arquitectura de la ciudad, que guarda un silencioso legado de esta tradición, hoy en horas bajas.

El centro histórico de Utrera está plagado de numerosas torres de molino, que otros tiempos fueron utilizadas para obtener de la aceituna ese precioso oro líquido que es para los españoles el aceite. Muchas han desaparecido, otras no se conservan en las mejores condiciones, pero afortunadamente todavía hoy en el siglo XXI es posible impregnarse de la singularidad propia de la arquitectura de estas construcciones en muchos rincones de Utrera.

Las torres de molino que han sobrevivido a los desmanes urbanísticos acaecidos en muchas ciudades en los primeros años del siglo XX, son construcciones que datan de los siglos XVII o XVIII.

Casi todas las construcciones que quedan en pie se localizan en las calles que componen el corazón de la villa de Utrera, y constituyen una forma de construcción desde el punto de vista estético muy singular, casi exclusivo de la localidad. Algunas de estas torres están inclusorematadas con espadañas, lo cual las hace más atractivas desde el punto de vista visual.

Entre las torres que en la actualidad han superado el paso del tiempo podemos destacar las de la calle Preciosa, Alcalde Vicente Giráldez, Doña Catalina de Perea o la Torre de la Alhóndiga. Aunque todas ellas tienen una original belleza, quizás la torre de molino más bella y más conocida por los utreranos es la conocida como Torre de la Alhóndiga, que se encuentra situada en la calle Las Mujeres. Es una construcción de claro estilo neoclásico y que esta datada casi con toda seguridad en la segunda mitad del siglo XVIII, y forma parte de un edificio del cual lamentablemente han desaparecido casi todas sus estructuras interiores. El estado de conservación de esta estructura es bastante bueno, mientras que su color blanco y amarillo la hace ser fácilmente identificable en el entorno urbano en el que se encuentra.

Otra de las torres conocidas por muchos utreranos se encuentra en la calle Doña Catalina de Perea con fachada a la calle Ponce de León, y al parecer se identifica con el llamado en el pasado Molino del Santísimo. Es también inconfundible por la veleta y la cruz con la que está rematada. Por otra parte según los historiadores, la torre de molino ubicada en la calle Alcalde Vicente Giráldez, puede ser una de las más antiguas al sospechar que fue construida en el siglo XVIII, como continuación de una torre que se enclavaba en este lugar allá por el siglo XVI. 

sábado, 11 de enero de 2014

Conferencia. DOCUMENTO DEL MES DE ENERO, Archivo Hco. Provincial de Sevilla. "La familia Japón de Coria del Río durante la Era Keichō (s. XVII)”.

ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE SEVILLA.- 

El documento del mes.- 

Conferencia, Fecha: 15 de enero de 2014. 

Lugar: c/ Almirante Apodaca nº 4, 41003, Sevilla. 

Hora: 18'00. Entrada libre hasta completar el aforo.

 Presenta: D. José de Contreras y Saro, 

director del Grupo de Investigación "Memoria de Keicho": 

"La familia Japón de Coria del Río durante la Era Keichō (s. XVII)”.

El rastro centenario del samurái de Coria

Una expedición nipona dejó hace 400 años su huella en un pueblo sevillano

El heredero japonés visita a España para conmemorar la primera embajada entre los dos países



 Sevilla 8 de junio de 2013

La embajada Keichô es una exótica historia. Tan exótica como un samurái en la Sevilla del Siglo de Oro o como un franciscano —ambicioso y de acaudalada cuna sevillana— de misiones en la ciudad japonesa de Sendai durante la época Namban (entre 1543 y 1639). Estos dos personajes, el samurái Hasekura Tsunenaga y fray Luis Sotelo, se unieron en un histórico viaje de ida y vuelta del que este año se cumplen cuatro siglos. El príncipe heredero de Japón, Naruhito, visitará esta semana España para rememorar los 400 años de aquella expedición.
También acudirá a Sevilla, donde todavía queda un rastro de aquella aventura que arrancó el 28 de octubre de 1613: unos 600 vecinos de Coria del Río se apellidan Japón y algunos historiadores los identifican como los descendientes de aquel grupo de aventureros asiáticos del siglo XVII.
"El viaje fue la primera expedición diplomática de Japón a España", recuerda Fernando García Gutiérrez, un jesuita que durante 15 años ha dado clases de Historia del Arte en la Universidad Sophia, en Tokio. El señor feudal de Sendai, una ciudad del norte de Japón, fue el que encargó a su "fiel samurái" Hasekura que cruzara el mundo en barco, explica Yayoi Kawamura, profesora de la Universidad de Oviedo y miembro de la Asociación de Estudios Japoneses en España. El noble Date Masamune quería que Felipe III le abriera las puertas de su poderoso imperio para poder comerciar con Nueva España. Y lo mejor era tratar el asunto cara a cara. Pero no solo había razones económicas tras la embajada. "Fue un cruce de muchos intereses", añade Yayoi Kawamura.
Entre esos intereses estaban los del franciscano Luis Sotelo. Japón era un goloso trofeo para las misiones católicas. Los jesuitas, que llegaron al país a mediados del siglo XVI de la mano de los portugueses, habían tomado la delantera en el sur del archipiélago. El fraile franciscano, que se había instalado en Japón, quería crear una nueva diócesis en el norte del país. Él sería obispo. Pero necesitaba el apoyo del Papa. Por eso se unió a la expedición, que también incluyó una visita a Roma. "Jesuitas y franciscanos eran rivales, adversarios en la actividad misionera", apunta Yayoi Kawamura. Esta profesora es la encargada de rastrear los vestigios en el arte de aquel viaje. Es la comisaria de la exposición Lacas Namban. Huellas de Japón en Españaque se ha instalado en el Museo Nacional de Artes Decorativas, en Madrid. El príncipe Naruhito inaugurará la muestra la semana que viene.
La relación entre los dos países quedó impregnada en los baúles, cajas y diversos objetos decorados con la técnica de las lacas que desde Japón se enviaron a la Corona y nobles españoles. Esos objetos, que en muchos casos acabaron en monasterios en iglesias convertidos en relicarios, son los que se expondrán en Madrid hasta el 29 de septiembre.
Hasekura y Sotelo arribaron en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) en octubre de 1614 tras un año de viaje por la ruta española, la que incluía el paso por América. "Hasekura fue el primer japonés en atravesar el Pacífico", indica Yayoi Kawamura. Hasta entonces, los contados japoneses que habían llegado hasta Europa lo habían hecho por la ruta portuguesa, es decir, por el Atlántico y el Índico.
Los expedicionarios remontaron el Guadalquivir y llegaron a uno de los puertos más importantes de la época, el de Sevilla. El Ayuntamiento recibió al samurái y su séquito con honores. "Tuvo que ser fantástico verlos llegar", apunta Manuel Ravina, director del Archivo de Indias de la capital andaluza. Él y su equipo han sido los encargados de rastrear la huella documental de la expedición. Está previsto que el heredero nipón también inaugure la próxima semana la exposición De Japón a Roma en busca del sol de la cristiandad en el Archivo de Indias. Es una recopilación de documentación histórica sobre la embajada Keichô. Lo del "sol de la cristiandad", afirma Ravina, sale de una carta del fraile Sotelo sobre el viaje.
La expedición llevaba cartas escritas en japonés del señor feudal de Sendai para exponer sus pretensiones en Occidente. "También un mensaje para el alcalde de Sevilla en el que le contaba que quería entablar una relación comercial y pedía que los navegantes españoles les explicaran las rutas", detalla el jesuita e investigador Fernando García Gutiérrez. "Hemos sabido que en esa República se juntan muchos navíos de todo el mundo, y por esa causa existen en ella muchos pilotos y otras personas muy diestras en la navegación. Usted mande juntarlos, y averiguar con ellos si es posible navegar derechamente desde el Japón a esa ciudad; por qué derrotas y en qué partes o puertos se puede llegar; enviándonos razón de todo, para que siendo posible, nuestros navíos naveguen esa carrera todos los años", dice la carta dirigida al Cabildo sevillano. Algunas de estas misivas de presentación, que también iban dirigidas al rey Felipe III, se expondrán en la muestra a partir de la próxima semana. El Archivo General de Simancas, que guarda la documentación relacionada con la monarquía española de esa época, también cederá parte de sus fondos para la exposición.


El samurái Hasekura. / SENDAI CITY MUSEUM
El encuentro con el rey Felipe III se produjo en enero de 1615. "La delegación formaba parte de un programa de recuperación de Sendai", apunta Satoru Satoh, actual embajador de Japón en España y a quien se le podría considerar algo así como el heredero del samurái Hasekura. Sendai y el norte del país necesitaban a comienzos del siglo XVII recuperarse del terremoto que en 1611 asoló la zona. Y formar parte de la ruta española de comercio era clave, según Satoru Satoh.
Tras la audiencia con el monarca, la embajada puso rumbo a Italia para cumplir con el segundo objetivo, el religioso. En noviembre de 1615, el papa Pablo V les recibió, pero, como en el caso de Felipe III, los viajeros no lograron una respuesta definitiva a sus demandas. Hasekura y Sotelo decidieron regresar a Sevilla.
Pero, mientras recorrían Europa, cambiaron muchas cosas. "Justo cuando estaban en plena embajada, el Gobierno japonés decretó la prohibición del cristianismo", detalla Elena Barlés, profesora de la Universidad de Zaragoza. Incluso se ejecutó a algunos católicos durante esta etapa. Las noticias ya viajaban entonces deprisa. Llegaron a Madrid y Roma y truncaron las aspiraciones de la embajada Keichô.
Sin haber cumplido sus objetivos, Hasekura decidió volver con sus hombres a Japón en julio de 1617. Pero el historiador Víctor Valencia Japón, natural de Coria del Río, ha localizado en la documentación de la época un desfase entre el número de japoneses que llegaron a España y el de los que partieron hacia su país tres años después. "Evidentemente los números no concuerdan, por lo que debemos suponer que algunos de ellos murieron o tal vez se quedaron", indica Valencia Japón en un artículo sobre la relación de la embajada con Coria del Río, donde se sabe que los expedicionarios estuvieron alojados un tiempo. "Todavía en 1622 permanecía en España uno de los miembros de la embajada", añade este investigador. Y, precisamente, es a comienzos del siglo XVII cuando aparecen las primeras referencias al apellido Japón en los archivos de Coria del Río. La más antigua que ha encontrado este historiador está en un testamento de 1642. Se supone que a los descendientes de aquellos expedicionarios se les puso el apellido Japón.
Las dudas sobre el origen de este nombre podrían despejarse completamente si finalmente se lleva a cabo el proyecto de Toshimichi Yamamoto, de la Universidad de Nagoya. Este investigador pretende cruzar el ADN de los corianos que se apellidan así con el de los vecinos de Sendai para buscar las coincidencias. No se conoce aún cuándo comenzará a recoger las muestras sobre esta huella genética de laembajada Keichô. Pero está previsto que el príncipe heredero se reúna el viernes en Coria del Río con varios vecinos japones, algo que Naruhito ya hizo en 1992 en otra visita a Sevilla.
La más joven de los japones de Coria se llama Carmen. Nació el 10 de marzo de este año y es la hija de Juan Francisco Japón Carvajal, presidente desde 2005 de la Asociación Hispano-Japonesa Hasekura Tsunenaga. Esta asociación nació cuando comenzaron en los años ochenta las relaciones entre Sendai y Sevilla. "Ahora vienen muchos turistas japoneses", sostiene Japón Carvajal, quien también participará en el encuentro con el príncipe heredero de la próxima semana.
Pero, ¿qué ocurrió con Hasekura y Sotelo? El samurái llegó a Japón en 1620 y, dos años después, falleció. Sotelo también decidió regresar disfrazado de comerciante. Ya se había decretado el veto a la religión católica, pero el fraile se arriesgó a volver. Al franciscano lo quemaron vivo en Omura en 1624 (dos siglos después fue beatificado). Mientras, Japón fue virando hacia el aislacionismo. A partir de 1640 estuvo vigente la política sakoku, que impedía a los extranjeros entrar en el país y acarreó la expulsión de los occidentales. El cerrojo no se abrió hasta bien entrado el siglo XIX.

“Los turistas se alojaban en mi casa”


Juan Manuel Suárez Japón, rector de la UNIA. / JULIÁN ROJAS
Parece que siempre hubo clases en el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía. Algunas consejerías son menos importantes que otras. La Junta había organizado en 1992 una cena para el príncipe heredero de Japón, Naruhito. Allí estarían varios consejeros del Gobierno de Manuel Chaves. Pero no el de Cultura. Juan Manuel Suárez Japón (Coria del Río, 1945) cuenta que no le incluyeron en la lista.
Pero el día de antes de la cena, Naruhito ofreció una recepción a la que se invitó a varios cientos de vecinos de Coria apellidados Japón. El hoy rector de la Universidad Internacional de Andalucía también se acercó. “Fui con mi familia como uno más, no como consejero”. El príncipe Naruhito agradeció en su discurso la presencia de los japones de Coria, a los que denominó “herederos” de la embajada de Hasekura de 1613. A un asesor de la Junta que asistía al acto se le encendió la bombilla. “Empezó a llamarme a casa para avisarme sin saber que yo estaba allí. Ahora querían que fuera a la cena del día siguiente”. Veinte años después, Suárez Japón volverá a encontrarse con el heredero nipón en la visita que hará el príncipe a Coria esta semana.
Anécdotas como esta están en el libro que Suárez Japón está preparando. El epílogo será la visita del heredero. “Lo que cuento en el libro es la historia de los japones en su relación con los japoneses”. Esa relación se empieza a fraguar en los años ochenta. Hasta ese momento, los corianos como él desconocían que el origen de su apellido podía estar ligado a aquel viaje del samurái Hasekura. Tampoco en Sendai —de donde partió la expedición— conocían los vínculos. En la parte española, Virginio Carvajal Japón fue el encargado de rastrear en la historia. Y descubrió que Hasekura y sus hombres habían recalado en Coria. En el otro lado, la figura clave fue el hispanista Eikichi Hayashiya, entonces embajador en España. En una visita a Sevilla descubrió la enorme cantidad de personas apellidadas Japón que había en Coria.
“Ellos descubrieron a los japones y nosotros el viaje de Hasekura”, apunta el hoy rector. Comenzó entonces el contacto entre Sendai y Coria. “Los turistas japoneses se han alojado en mi casa”, recuerda Suárez Japón. En 1993 se fundó la Asociación Hispano Japonesa Hasekura. “Los estatutos los preparamos en el salón de casa mi primo Virginio, dos abogados y yo”.
Respecto al origen del apellido, Suárez Japón dice tener “la convicción” de que hay una relación directa con el viaje de Hasekura. “Tenemos todos los indicios pero hace falta la prueba definitiva. ¿Será la prueba de ADN? Pues no lo sé”. Lo que sí sabe el rector es que su hija María del Carmen y su nieta Julia nacieron con la mancha mongólica en la espalda. Esta alteración del color de la piel, que desaparece al poco tiempo, es muy habitual en los recién nacidos asiáticos.

jueves, 9 de enero de 2014

CICLO DE CONFERENCIAS. El Ejercicio de la Caridad en los Arzobispos de Sevilla


CICLO DE CONFERENCIAS
El Ejercicio de la Caridad en los Arzobispos de Sevilla
Lugar: Centro de Estudios Teológicos de Sevilla (Sevilla)
Hora: 19,00
Fechas: 13, 14 y 15 de enero de 2014



jueves, 2 de enero de 2014

Una ilustre madrina para la bandera

Una ilustre madrina para la bandera

Hace 75 años María de la Paz Viniegra Lasso de la Vega, esposa del general Martel, amadrinó la enseña entregada por el Ayuntamiento de Cádiz al Regimiento de Artillería

por Jesús Núñez
en
DIARIODECÁDIZ

Viernes 27 de Diciembre de 2013  




miércoles, 1 de enero de 2014

Ideario estético de Sevilla conceptualizado por José Mª Izquierdo y Romero Murube


Ideario estético de Sevilla conceptualizado 
por José Mª Izquierdo y Romero Murube

ABC de Sevilla, 29 de diciembre de 2013







Ideario estético de Sevilla conceptualizado 
por José Mª Izquierdo y Romero Murube
ABC de Sevilla, 29 de diciembre de 2013