domingo, 21 de agosto de 2011

Aprendiendo a ser Indiana Jones en Carmona

Aprendiendo a ser Indiana Jones en Carmona

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 Los alumnos del curso de la Olavide ‘Arqueología en el campo’ cavan en una nueva necrópolis de la ciudad

Rosana Pajarón (Carmona, 20 de agosto de 2011)

No se trata de una conferencia sobre la mítica película, ni una fiesta de disfraces. Hablamos de una clase, un tanto atípica, al aire libre y cuyas herramientas distan mucho de ser un lápiz y un papel. Aquí hay que mancharse las manos y llenarse de tierra hasta las cejas. Estamos en el curso Arqueología en el campo, que se desarrolla, como no, en una ciudad con gran riqueza arqueológica: Carmona. Las aulas del Centro Olavide en Carmona cerraron, pero no sus cursos, como éste que combina prácticas sobre el terreno y teoría hasta el próximo 26 de agosto.

A la entrada del municipio carmonense, junto a la estatua del Carmo que da la bienvenida a los visitantes, está surgiendo una nueva Necrópolis, que se une al importante patrimonio que posee la ciudad. Los principales artífices de este descubrimiento están siendo los 27 alumnos que, cuerpo a tierra, limpian y rebajan las zonas de excavación para descubrir qué ocurría en la zona siglos atrás. "Ya hemos encontrado tres tumbas de pozo, dos de inhumación y un quemadero, que datan del siglo I a. C. Y hay indicios de encontrar más", explica Juan Manuel Román, arqueólogo y uno de los coordinadores del curso junto a Ricardo Lineros, director del Museo de la Ciudad de Carmona.

Desde las 8 de la mañana se escuchan picos, se llenan cubos y se traslada la tierra que se va excavando. Todos trabajan a pico y pala como si fueran auténticos profesionales. Se dividen en cinco grupos, cada uno en una cuadrícula delimitada por los coordinadores. Los hay jóvenes y otros con algo más de edad, pero todos novatos en esto de excavar y darse de bruces con huesos de la antigüedad. En el crematorio trabajan Rosa, Inma y Araceli, tres chicas que van a pasar a quinto curso de Historia y se están especializando en arqueología. Son más del gremio por eso les dan algo más de libertad a la hora de excavar.
Tras pasar por yacimientos de Mérida o Sicilia, confiesan que "aquí encuentras resultados directamente. Los primeros días sacamos huesos machacados, limpiamos las tumbas y eso es algo que no habíamos hecho nunca". Mientras cuentan su experiencia, no dejan de darle al pico y a la paleta.

Aunque aún es temprano, el sol empieza a asomar por otra de las cuadrículas. En ésta se asoman algunas piedras vetustas en lo que parece ser un muro, según explica el grupo que lo trabaja. Aquí comparten herramientas tres alumnos de Historia, otro de LADE y egiptóloga Julia Vilaro, que viene desde Barcelona. Confiesa que lo suyo son los jeroglíficos, pero eso de mancharse las manos le está gustando especialmente. "Ahora para mí todo es tierra aunque espero saber distinguir los distintos estratos a final de curso", explica.

En la siguiente cuadrícula de tierra el hoyo es de los más grandes y aún no se han descubierto indicios de restos arqueológicos. El pico se golpea con más fuerza ya que hay que rebajar muchísimo el nivel de tierra. Jorge, de 20 años, acaba de soltar la pala y una de sus compañeras ha tomado el relevo. Sus estudios distan mucho de sumergirse en la historia de los romanos en el siglo I. Este estudiante de Trabajo Social se apuntó por los créditos de libre configuración pero define la experiencia como "muy positiva" y una forma original de completar créditos para la carrera.

José Cerezo les observa de lejos. Su experiencia en el campo ya es dilatada. De hecho acaba de terminar el máster en Arqueología y ya reza en su currículo la profesión de "arqueólogo". Aunque no está en el curso, se acerca para echar una mano. "Como los chavales son nuevecitos, les voy explicando. Algunas cosas les suenan a chino y están algo más perdidos", bromea. Novatos o profesionales, del gremio o no, todos se ayudan y trabajan codo con codo la misma tierra.

Así continúan hasta las 13.00 horas, donde ya sí pasan a las tradicionales aulas. Allí les imparten toda la teoría que un buen arqueólogo debe conocer, como lecciones de dibujo técnico o topografía, para estudiar el terreno. Futuras investigaciones. No porque sea un curso básico, sus descubrimientos son pecata minuta. Con las excavaciones previas al curso y las actuales se están sentando unas líneas de estudio que pueden dar grandes frutos en el futuro. El hecho de encontrar tumbas de incineración y exhumación es algo "poco normal en la época", explica Juan Manuel Román. Además, en el interior de dos de las tres tumbas de pozo descubiertas, que extrañamente no estaban expoliadas, se hallaron urnas con restos de huesos intactos así como distintas ofrendas y ajuares. Entre algunas de estas reliquias rescatadas hay piezas intactas de vidrio. "A través de su forma y el material, se puede determinar exactamente la época", aclara. Se congratula al admitir que algunos de los descubrimientos realizados en este curso no son "normales" y confía en las nuevas tecnologías para poder afinar en el estudio de este yacimiento arqueológico.

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